jueves, enero 18, 2007

Mozas en China...

Leí hoy este artículo en el Sunday Times Magazine. Trata sobre las "segundas esposas" en China (ernai es la palabra en chino, er significa 2 o segundo(a) y nai esposa), y cómo ha cambiado su papel a la par del desarrollo económico. La traducción la hice yo, es "libre" -y no autorizada, aunque me excusa el caracter educativo de mi blog-, pero los que lo quieran leer en inglés pueden encontrarlo en:
Es inevitable hacer comparaciones con lo que sucede en Colombia, especialmente con las "queridas" en la costa...


Varias de las primeras noticias locales que leí al llegar a este país se referían a la corrupción de funcionarios oficiales que se robaban plata del Estado o aceptaban sobornos, entre otras para mantener como reinas a sus amantes.


Como leerán en el artículo, estas mujeres disfrutan al máximo unos cuantos años pero inevitablemente quedan en la cochina calle cuando pasan los 30. Esto y muchos más problemas para el género femenino (espero contarles pronto sobre la política de hijo único, que esta causando un desequilibrio notorio entre el número de hombres y mujeres que nacen) resultan en que la China sea el único país donde se suicidan más mujeres que hombres. No me lo invento, pueden verificar en
http://www.who.int/mental_health/prevention/suicide_rates/en/index.html


Quienes quieran leer más sobre mujeres en China, pueden entrar a Time Asia y leerse este artículo, también muy interesante. Es del 2003 pero tiene completa vigencia por lo que pude investigar.
http://www.time.com/time/asia/covers/501030728/story.html

Bueno, sin más preámbulos acá está:

WIFE SENTENCE

El boom económico de China ha convertido el milenario rol de concubina en una opción profesional lucrativa.

El Señor (Master) primordialmente desea que la segunda esposa le proporcione sexo y prestigio (face). La segunda esposa primodialmente desea que el Señor le proporcione un estilo de vida lujoso. Ambas partes tienen la obligación de comportarse con decoro hacia la otra en lugares públicos, de manera que se ganen el respeto de las demás personas.

A veces las vestimenta de la “ernai” deberá ser extremadamente provocativa sexualmente, y a veces deberá ser refinada y elegante, con el fin de generar envidia en otros hombres hacia el Señor. La ernai deberá vestir ropa y zapatos de diseñadores famosos, de primera clase. No le está permitido usar artículos lujosos falsos.

La ernai le proporcionará al Señor todas las variedades de sexo. La ernai acuerda tener relaciones tres veces al día, o dos horas de diversión en la cama. La decisión de besarse es potestativa de la ernai. La ernai no podrá comportarse de manera tal que dañe la autoestima del hombre.
Un “contrato” chino para segunda esposa en Internet.

En una cena en Beijing este verano, mi viejo amigo Tang trajo una chica pálida y flaca con jeans de diseñador y tacones puntilla, a quien presentó como su novia. Ninguno de los seis de nosotros ya sentados alrededor de la mesa en el restaurante Three Guizhou Men de Beijing se asombró, aunque Tang está casado y tiene dos hijos – y todos conocemos su esposa. Llevar a la amante a una comida en China no es motivo de comentario alguno, especialmente en un lugar de moda y caro como este, donde los comensales tienen que ser ricos para costear la comida. Nuestra mesa estaba llena de platos magníficos: noodles translúcidos cubiertos con cebollas primaverales y pimientos picantes, pescado picante en caldo de jengibre y bandejas de costillas tiernas. La novia de Tang tomó sus chopsticks y arrancó un pequeño pedazo de carne del hueso.

Viví en China por seis años en los 90s, y estaba en una visita bianual aquí este verano. Cuando le pregunté a la novia de Tang “a qué te dedicas?” sabía que era una pregunta muy directa. Pero lo hice cálidamente y en chino, esperando no avergonzarla sino incluirla en la conversación. A ella no pareció importarle.

“Es una presentadora de TV”, respondió Tang, “muy exitosa”. El puso su brazo alrededor de ella, y ella sonrió mostrándose a la vez enamorada y entretenida por Tang.

“Para qué molestarse trabajando?” dijo bromeando uno de nuestros amigos. “Tang no puede costear un apartamento para ti?”

“No te convertiría es en una ernai?” pregunté, esperando recibir un perdón excluyente estilo “la extranjera no entiende”. Todos los hombres me miraron, horrorizados. La novia de Tang sonrió abiertamente. “Buen chino”, dijo, como si estuviera sorprendida de que yo supiera la palabra.

En realidad todo el que haya vivido en China conoce la expresión para “segunda esposa”. Y la mayoría de la gente conoce personalmente al menos una ernai. Las ernai son una versión moderna de concubinas, tan comunes como las gripas. Son mujeres mantenidas en apartamentos lujosos, con artículos lujosos, por amantes casados –la mayoría hombres de negocios en el exterior y funcionarios estatales de alto nivel pero, cada vez más, por hombres en todos los estratos sociales. Las mujeres mantenidas más exitosas representan empresarias flotando en una economía “húndete o nada” y proporcionan modelos tentadores de lo que la nueva China puede ofrecer: tacones puntilla Prada genuinos, diamantes, iPods y villas extendidas. Ellas hacen ejercicio en los gimnasios más pretenciosos, manejan Minis, BMWs y Audis y llevan perritos falderos en morrales Gucci. Tienen ídolos más glamorosos que aquellos de gente que aspira a más: desde la cuarta esposa de Mao Zedong, Madame Jian Qing, hasta el papel magnifico de cuarta esposa que hizo la actriz Gong Li en la película de Zhang Yimou “Raise de Red Lantern”.

E incluso, como mujeres en todas partes que proporcionan sexo por dinero, las ernay son vulnerables al abuso, no están protegidas por títulos profesionales, carreras o planes alternativos, y muy a menudo son abandonadas cuando están en sus 30s. Un número cada vez mayor de ernais notorias ahora viven vidas complicadas por la corrupción y el escándalo. Están prohibidas por ley pero son ostentadas en la práctica, socialmente son tanto celebradas como condenadas, justo como las concubinas siempre lo han sido.

En los Estados Unidos, una amante debe ser un secreto bien guardado. En la mayoría de Europa, debe ser tenida con discreción. En China, quienes tienen ernai no solo tienen el servicio sino también el prestigio (mantener el prestigio, o ser una persona pública no cuestionada es visto como algo muy significativo). El estilo de vida de la amante es un reflejo de la capacidad de su Señor para gastar. Su belleza es un testamento de su gusto, su rol tanto público como privado.

Hace 20 años Deng Xiaoping, el anterior líder de-facto de la República Popular de China, pronunció su famosa frase “volverse rico es glorioso”; desde entonces la globalización ha hecho de las ciudades y ciudadanos chinos parte de los más ricos y fanfarrones en el mundo. Aunque la mayor parte de la población de China es pobre y, como en cualquier país en la vía rápida hacia el estatus de primer mundo, ha habido costos asociados con el precipitado cambio económico, social e ideológico de China. La crítica y cada vez más amplia brecha entre ingresos de ricos y pobres es uno de tales costos; y como muchos de los efectos colaterales de la globalización, un efecto que pone a las mujeres en posiciones particularmente vulnerables. Así como ciudadanos de China están entre los más pobres y entre los más ricos del mundo, las mujeres parte de la creciente industria sexual China representan el completo espectro de la deslumbrante opulencia a la pobreza tercermundista. El curioso sistema de población urbana le niega vivienda, salud y educación a los migrantes, dejando a muchas mujeres provenientes del campo con opciones limitadas para obtener comida y techo. Al mismo tiempo, millones de empresarios chinos aspiran convertirse en el siguiente millonario del país, cantantes a ser el siguiente ídolo, mujeres bellas a ser estrellas internacionales de cine. Por lo anterior no es sorpresa que la industria sexual ostente la posición de las segundas esposas mimadas como su propio pináculo glorioso.

Según Yingying Huang, director adjunto del Instituto de Sexualidad y Género de la Universidad del Pueblo, la industria sexual China es una jerarquía compleja – una que toma elementos de la tradición pero también refleja la sociedad china moderna – con su propio sistema de clases.

“Están las trabajadores de la calle, en el fondo,” dice Huang, “y luego las chicas de fábricas, que tienen otros empleos, pero a veces se prostituyen para ganar dinero extra. Luego están las anfitrionas de salones de masajes de bajo nivel, luego las de salones de karaoke, las de bares, y en lo más alto están las ernai. Las ernai son el pináculo. Algunas veces su trabajo está un poco relacionado con amor, pero también reciben regalos y son pagadas.”

En otras palabras, las ernai son objeto de atracción de libre elección, pero están involucradas en una relación transaccional. Si una mujer sólo recibe regalos, ella podrá ser únicamente una amante, pero si dichos regalos se entregan inmediatamente después del servicio, ella está a mitad de camino de ser una ernai. Si dinero en efectivo cambia de manos, ella es formalmente una ernai. Tal vez de manera predecible, las líneas no son siempre claras. Algunas mujeres, dice Huang, lo hacen simplemente por dinero, otras por amor, y la mayoría por una combinación de las dos.

Nuestra cena en Three Guizhou Men terminó antes de tiempo cuando Tang se fue, explicando que tenía “otros negocios”, dejando a su novia presentadora de TV con nosotros. Ella me acompañó a arrelarnos las uñas en un salón 24 horas de manicure y pedicure, donde se había hecho pegar uñas azules artificiales, y charlamos sobre las ernai. Los numerosos tipos incluyen ernai promedio, ernai estudiante, ernai rusa, ernai prima-donna y ernai barata. Un occidental en el negocio de artículos de lujo también me mencionó esta última clasificación, explicando que las ernai de Shanghai (como la novia de Tang, no hay duda) son “caras” y de “alto mantenimiento”. Las chicas campesinas, explicó, pueden ser “baratas”, mantenidas en albergues alrededor de Suzhou Creek en Shanghai por 100 yuanes (un poco menos de USD$13) – exactamente el costo del manicure y pedicure.

De hecho, algunas segundas esposas chinas contemporáneas satisfacen elementos de sentido práctico en adición a los lujosos, dependiendo del nivel de ingresos del Señor. Muchos de los viajeros de negocios den China mantienen ernais modestas en ciudades como Guanzhou o Shenzhen, en parte porque ser alojado y atendido por una ernai es más barato que vivir en hoteles, o rentar un apartamento y contratar ayuda. En las ciudades chinas, donde el efectivo es el rey, las ernai pueden proporcionar brazos y piernas para las tareas simples, como pagar cuentas de teléfonos celulares, comprar tiquetes aéreos o comprar regalos de negocio.

Una vez le pregunté a un amigo chino por qué seguía casado si admitía preferir su amante a su esposa. “Por conveniencia” dijo cortésmente y sin rencor. Sus padres estuvieron contentos con su matrimonio; él y su esposa encontraron seguridad y confort en el mismo. Ellos simplemente buscaron el romance en otra parte.

El matrimonio en China históricamente ha sido un asunto de familia, y ha habido muchas variaciones en lo que se considera un matrimonio exitoso, algunas más contractuales que emocionales. China tiene una rica historia y literatura acerca de múltiples esposas – los ejemplos más formidables son los de los emperadores Kangxi y Qianlong, cuyas habitaciones para su harem tienen una pequeña muestra en la Ciudad Prohibida, y cuyas “esposas” se dice alcanzaron a ser 20.000. Los dormitorios de concubinas en la Ciudad Prohibida son visibles a través de paredes de vidrio; estos tienen camas de madera de palo de rosa talladas a la perfección, y mesas de época para vestirse en las cuales las mujeres se alistaban para el gran honor de la visita conyugal imperial.

La novela china pre-moderna de modales, La Historia de la Piedra (también conocida popularmente como El Sueño de la Cámara Roja), relata las ventajas estimables de ser una ernai. En la novela, más de tres generaciones de la prosperosa familia Jia son mantenidas por una pariente que es una consorte preferida del emperador. No había una mejor manera con la cual una hija le podía pagar a su familia.

Por siglos, las concubinas fueron símbolos máximos de estatus y juguetes de los ricos. En 1949, los comunistas catalogaron la práctica de tener una ernai como decadente y vicio corrupto. Los buenos cuadros del partido no debían darse gustos en frivolidades feudales. Sin embargo, mientras criticaba las costumbres antiguas y predicaba una política de igualdad de genero, el todavía casado Mao perseguía su cuarta esposa, Jian Qing, ahora entre las amantes más famosas, villanas, por su liderazgo agresivo de la “gran revolución cultural proletaria”. Se dice que Mao también tenía un harem de jóvenes campesinas, ya bien entrado en años.

Durante la revolución cultural, el matrimonio era parte del servicio de una persona – o pareja – al Estado; unidades de dos estaban mejor dispuestas a servir, y el matrimonio en general incrementaba la estabilidad social. Comparada con el patriotismo, la consideración de las propias inclinaciones románticas era un asunto egoísta y superficial. Algunos argumentan que esta mentalidad le ha cedido el paso al matrimonio comercial, de tipo capitalista, aquel que permite las ernai, que todavía no tiene en consideración el amor. Otros reclaman que tal lógica es una justificación ligera y velada para el engaño.

El regreso de las ernai ha ocasionado una nueva sociedad de esposas legítimas con derechos, que ahora pueden y cada vez más demandan maridos mujeriegos. Las tasas de divorcio se han incrementado geométricamente en la pasada década. Según el departamento de administración civil de China, en 1980 se divorciaron 341.000 parejas, 800.000 en 1990, 1’210.000 en 2000 y 1’331.000 en 2005. Aunque es ampliamente reconocido que los círculos oficiales tienen ernai, el gobierno ha criticado el adulterio, sugiriendo conexiones entre la infidelidad, la corrupción y el divorcio. Las ernai son costosas. El gobierno aprobó nuevas leyes matrimoniales a principios de esta década, tratando de erradicar el adulterio. Bajo dichas leyes, la norma existente que prohibe la bigamia fue ampliada para incluir la prohibición de “cohabitación fuera del matrimonio”, y los adúlteros son sometidos a castigos de hasta dos años en la carcel. Las primeras y legítimas esposas tienen derecho a quedarse con el patrimonio de los esposos condenados por mantener ernai.

Esta nueva legislación inspiró una industria de detectives caza-amantes, patrocinada por esposas recelosas. Los detectives prosperaron en ciudades con alto número de ernai como Shenzhen y Shanghai. Amantes y sus señores se convirtieron figuras centrales en escándalos de corrupción, con tramas y personajes dignos de telenovela. Capturaron a Cheng Kejie, el anterior vicepresidente del parlamento chino, que fue ejecutado hace seis años por recibir sobornos. Su “amante malvada”, Li Ping, permanece en la cárcel, cumpliendo cadena perpetua por ser su cómplice. En un caso reciente, un funcionario estatal de provincia, su esposa, y su ernai fueron condenados en un escándalo de sobornos y sentenciados a pena de muerte o cadena perpetua. Un funcionario bancario fue descubierto apropiándose de fondos para sostener ocho ernai. El año pasado, después de una pelea con su Señor, la “amante más rica” de Shanghai, Da Beini, demostró su furia de manera pública y subastó sus más preciadas posesiones (incluyendo carros y apartamentos) en Internet. Su Señor la demandó, y en respuesta al vergonzoso drama público que surgió de uno privado, el gobierno propuso que en adelante todos los hombres deberían “registrar” sus ernai. No se aclaró cómo o ante quién se declararía la propia ernai, tal vez porque muchos de los funcionarios estatales proponiendo tal legislación también tenían razones para no verla aprobada. En China, tener una ernai forma parte de ser un funcionario corrupto – de la misma manera que tener sexo con la secretaria es un cliché de políticos corruptos en occidente. Hay un dicho chino que funciona en todas partes: los hombres se vuelven malos cuando se vuelven ricos; las mujeres se tienen que volver malas para volverse ricas.

En Shanghai, Guanzhou y Shenzhen (la ciudad cerca a la frontera con Hong Kong que Deng Xiaoping trató de vender como modelo para todas las ciudades chinas en desarrollo), ernai cun o “villas para segundas esposas” han crecido en la pasada década. Estos barrios, normalmente cerca a los aeropuertos, están dotados con bares de karaoke, salones de belleza y conjuntos de edificios en los cuales las ernai se embellecen, hacen ejercicio, juegan mahjong y ocasionalmente se interesan en trabajar en belleza, venta de bienes raíces o decoración de interiores.

El distrito de Gubei en Shanghai, cerca del aeropuerto de Hongqiao, cuenta con un horizonte de apartamentos con nombres pretenciosos como Vienna Plaza. La mayoría tiene placas declarándolos “conjuntos modelo”, puertas de hierro forjado, fontanas relucientes y un promedio de tres salones de belleza y un spa de masajes por bloque de edificios. En una corta caminata cerca del gigante centro comercial Carrefour Gubei, pasé seis salones de belleza, un Starbucks de dos pisos y cuatro salones de masaje. Era la tarde, y en Starbucks siete grupos de mujeres estaban sentadas por separado, sorbiendo de frapuccinos de te verde, chismoseando y riéndose tontamente acerca de hombres, apartamentos y viajes. En la tienda de maquillaje Sephora de Carrefour, dos deslumbrantes chicas de veintitantos años escogían en el mostrador de lociones para blanqueamiento de la piel. Una de ellas estaba usando shorts y tacones puntilla, llevando una sombrilla para proteger su piel blanca del sol. La otra estaba cargando un bolso de marca y varias bolsas de compra.

“Esta pone la piel especialmente blanca” les dijo la vendedora, sosteniendo un envase de vidrio. Pasaron a la caja para pagar por la loción y docenas más de envases de cosméticos, ascendiendo la cuenta a más del salario promedio en Shanghai: 1.838 yuanes (USD$234).

Una mujer de Estados Unidos de 29 años de edad que salió con un hombre chino casado mientras vivía en Shanghai me explicó la lógica del estilo de vida de las ernai: “Si el te compra un bolso Louis Vuitton, eso vale más plata de la que tu te puedes ganar en un mes. Si eres joven y bonita y puedes salir con un hombre mayor, el te puede ayudar con tus ideas de negocios, incluso patrocinarte económicamente para realizarlas. No hay razón económica para ser moral.”

Gubei es solo uno de los muchos barrios listos para servicio y promoción. Las mujeres comienzan trabajando en las tiendas, y luego, dependiendo de su habilidad para encontrar novios de tiempo completo, con salarios altos, se vuelven clientes de las tiendas. En uno de los salones, una administradora que también trabaja como peluquera me contó que ella tiene 34, no puede encontrar marido, y está desesperadamente buscando uno. Las ernai son parcialmente responsables de su situación.

“No soy de Shanghai originalmente” dice. “Soy de Zhejiang. Tengo una ética diferente de trabajo que las chicas de Shanghai.”

¿Cómo es eso?

Ella señaló a los apartamentos atrás nuestro. “Ellas no trabajan. Ellas consiguen tipos ricos, y luego ellos las mantienen mientras ellas juegan mahjong, beben, charlan, usted sabe.”

Pero eso es verdad para la mayoría de mujeres en Shanghai, o solo las de este conjunto?

“Es verdad para las ricas”, dijo. “Para ser rica tienes que ser este tipo de mujer.”

Cuando le pregunté si ella había considerado encontrar un mecenas, respondió por la “personalidad” que tenía que prefería trabajar, y por las dificultades que afrontan las ernai a su edad. El retiro forzoso de una ernai vieja es un tema recurrente en las conversaciones con y sobre las ernai, cediendo el primer lugar únicamente al tema sobre las mujeres que lo hacen por amor versus aquellas que lo hacen por dinero.

Una de las historias más famosas sobre ernai en Shanghai sugiere una síntesis alegre de los dos temas: una mujer china en sus veintes era la amante de un diplomático francés casado. Ella fue su ernai durante su temporada de 3 años en Shanghai, y luego él se la “pasó” a su reemplazo. Cuando su reemplazo también abandonó Shanghai, el también hizo la misma cortesía con el nuevo funcionario, así que la mujer se convirtió en “la ernai de la Embajada de Francia” en Shanghai, una posición personal que se volvió institucional. Ella trabajó exitosamente para la embajada por más de 11 años de esta manera, hasta finales de sus 30s. Después de llegar, el cuarto reemplazo no estuvo interesado en continuar con la costumbre de sus antecesores. Entonces, según el cuento, todavía atractiva, encontró una página de Internet de novias por correo, y terminó casándose con un granjero australiano. Ahora vive en el campo, un asombroso destino para una ernai urbana.

Pero oí otras variaciones, menos felices, de esta misma historia, incluyendo una contada por Xiao Lin, una guía turística internacional de Beijing de 26 años de edad, que se considera una experta en ernai. Ella se mostró recatada cuando le pregunté cómo adquirió su experticia, sonriendo para sugerir que tal vez le llegó de primera mano y sugiriendo que habláramos de sus amigas ernai y sus experiencias. Xiao Lin misma lleva una vida loca de soltera, repleta con novios extranjeros, habla inglés y español y tiene un gigante círculo de amigas. Cada faceta de su vida, incluyendo su trabajo (liderando hombres de negocios retirados en viajes a Korea, Australia y los EE.UU.), es prueba de cómo Beijing ha cambiado en los últimos 10 años. Ella habla con total practicidad y de manera directa sobre sexo, amor y las vidas de las mujeres mantenidas. Sus padres, quienes según Xiao Lin no tienen ilusiones sobre su vida, aparentemente aceptan “todo esto”.

Cuando nos encontramos en un Starbucks en Beijing, Xiao Lin vestía una minifalda y varios esqueletos, estilo boho. Estaba cuidadosamente maquillada con brillo de labios y un collage de sombras. Puso sus grandes y blancas gafas de sol Dior, estilo Jackie O, en la mesa junto a un caffe-latte doble y se río. “Es decir”, dijo de sus padres, “que otra opción tienen distinta a tener que aceptar mi estilo de vida?”.

La mayoría de padres de sus amigas, explicó, entienden que sus hijas “se soportan a sí mismas” y lo hacen bien. Pero cuando menciona que se soportan a sí mismas ella quiere decir que lo hacen como ernai, y recientemente a aconsejado a sus amigas a asegurar planes de backup.

“Mi mejor amiga fue ernai de hombre de negocios de Hong Kong por siete años”, me contó Xiao Lin. “Ella no tenía educación, trabajo ni perspectivas. Cuando llegó a los 30, su amante la dejó por una nueva ernai de 19 años”.

Es una variación interesante de la tradición de segundas esposas, ya que las ernai viejas acostumbraban amontonarse y vivir juntas en números cada vez mayores. La sociedad polígama china permitía a las esposas vivir juntas, si no en armonía por lo menos en relativa seguridad. Pero el ritmo de la vida moderna, y el costo de mantener una ernai en una ciudad, exige descartarlas. La amiga de Xiao Lin es un buen ejemplo, porque aunque incluso su amante terminó divorciándose de su primera esposa, decidió no casarse con ella. Esto me parece haber sido una escogencia contundente, algo desagradable.

Si él se hubiese casado con ella, propuse, no se habría conseguido igual una nueva ernai?

“Por lo menos ella hubiese tenido un bebé”, dijo Xiao Lin, para mi sorpresa.

Uno sin padre, no?"

1 Comentarios:

Blogger Jor-jeto dijo...

Ala te volviste demasiado sofisticado con esas lecturas del Sunday Times Magazine. Yo me quede estancado en Condorito.

8:39 a. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal